"Perla, es una gatita siamesa, obstinada con la puerta de casa. Cree que es un monstruo gigantesco que la tiene atrapada, prisionera en una jaula y rodeada de humanos".
Esta novela que acaba de salir a la venta en Kindle amazon, es la historia de una mascota, frustrada por no poder salir al exterior y vivir encerrada entre cuatro paredes, rodeada de sus amos. Una aventura divertida y escrita para niños. Una historia llena de fantasía, que concluirá en un final sorprendente.
Os invito a leer un poco de esta aventura. Espero disfruten con ella, ideal para leer en familia.
INTRODUCCIÓN
Aquí estoy, sentada al filo de este estrecho y
pequeño balcón. Un aroma embriagador engalana mi nariz, envolviendo mis
sentidos y confundiendo los sentimientos… ¡A…y!― suspiro―. En días así tan
melancólicos, me digo: ¿dónde estoy? Y… ¿a dónde no llego?
Permanezco callada en un silencio repentino y
abrumador. Incertidumbres viajan por mi mente queriendo buscar respuestas que
no hallo. Esas preguntas repetitivas campanean dentro de mí. ¿Qué necesidad
tienen de tenerme aquí? Y… ¿por qué somos tan distintos?
Aburrida y cansada de ver siempre lo mismo desde
esta altura, comprobando y sintiendo los seres de ahí abajo tan felices y
percibiendo cómo se divierten, en ese alocado movimiento de una vida latente,
que perturba mi alma; casi me resigno.
Intento y quiero alcanzar con mis sentidos toda esa
locura pero… es tan alta la distancia que no puedo llegar.
Al entrar en el interior de esta jaula gigante,
encuentro una sobriedad absoluta. De un salto me planto en mi sillón preferido
y enrosco mi cuerpo sin perder la vista a nadie.
Lo que más me mosquea es, esa tapadera gigantesca
que parece tenerme manía. Repentinamente se mueve hacia el interior. Alguien
entra o sale.
Al parecer a todos en este lugar les gusta salir
por ese hueco mágico, que cuando se introducen por él, pasa el tiempo muy
despacio y parece una eternidad la espera de volverlos a ver. Alguna vez
intenté escabullirme para escapar con ellos, pero… ¡¡ZAS!! De vuelta al sillón.
¡Qué injustos!
Pensarán ustedes que soy un caso raro ó algo así,
aunque… sospecho que ya cavilan sobre lo que soy realmente. Tal vez, ya sepan
que soy un animal, pero… ¿cuál? Si pensaron en un felino, acertaron. Soy una
gatita siamesa de color oscuro y ojos claros. Tengo una silueta que te “cagas”,
soy coqueta y limpia; eso sí, me gusta lavarme y acicalarme por si soy
sorprendida por alguna visita inesperada. Me llaman Perla. Así se dirigió a mí,
mi ama Inma la primera vez que me vio. Creo que me viene como… “sardina a la
barriga”, que claramente significa… ¡Genial! Me gusta mi nombre y que expresen
su amor dándome muchos mimos y caricias.
Estarán pensando quizás que… ¡qué pinto yo,
hablándoles de mi vida!
― ¡¡Miau…!!―
me da igual lo que piensen. Soy una gata cabezona y cuando me propongo algo,
intento conseguirlo. Quiero que sepan cómo se siente una mascota frustrada, aun
teniendo todo el amor del mundo. Soy desdichada, estoy triste y me siento sola.
Aquí, al sur, en Andalucía.
Como han podido percatar
tengo una misión importante que cumplir, cruzar ese hueco mágico, vencer a esa
tapadera gigante a la que he oído llamar…: puerta.
CAPÍTULO 1 - PRISIONERA -
La puerta se abre una y otra vez, una y otra vez. Todos
van o vienen rutinariamente y a veces durante el día. Aunque… cuando llega la
oscuridad suelen cruzar ese umbral y tardar en regresar, haciendo más
desesperante la espera de verlos llegar.
Mil y un intentos tengo en mí haber, fallidos, de
sigilosa locura por escabullirme entre sus patas humanas. Son rápidos de
reflejos estos seres. ¿Qué mal les hará de que me pierda un ratito por ahí?
Siento mi cuerpo como juguete peludo que pasa de
brazos en brazos y cansados mis oídos de escuchar lo linda que soy y lo suave
que estoy.
― ¡¡Miau…!!― me quejo.
A veces no tengo el cuerpo para tanta fiesta y me
canso de ser juguete de nadie. Entonces huyo a mi rincón preferido: el estrecho
balcón. Al observar desde aquí todo lo de allá abajo, siento la necesidad de
lanzarme al vacío. Pienso entonces en las siete vidas que tenemos los gatos,
aunque es mejor no desperdiciar ninguna. El aroma que me llega con la brisa del
aíre me eleva hacia un sueño maravilloso. Desde el interior de mi alma intento
buscar a qué se parece esto y… ¿dónde lo viví antes? Cierro los ojos entrando
en un estado de suma relajación y rebobino en mi memoria. Repentinamente un
maullido lejano hace romper la magia hipnótica en la que estoy― ¡Miau…! ¡Miau…!―
oigo. ¡Qué ven mis ojos! ― ¡E…h! ¡El de allá abajo!
Aclamo con maullidos a ese de mi especie. ¡Qué
maravilloso milagro!, pienso. Ni siquiera me oyó. Pasó de largo, sin más, sin
percatar que estoy aquí tan sola. No entiendo como sus amos lo dejan pasear
libremente por ese mundo, que no conozco y extraño. Siendo así de fácil, creo
que lo quieren más que a mí. Añoro esa especie de libertad. Quiero caminar por
ese suelo y explorar ese mundo fascinante y desconocido. Tengo que comprobar si
cruzando ese hueco misterioso llegaré a bajar a alcanzar esa distancia y con
mis patas. Que recuerde, solo he salido alguna vez, pero metida en una especie
de cajón por donde lo veía igual de lejano y todo para llegar a un lugar donde
me manoseaban y pinchaban con un instrumento punzante. Para ellos, era bueno
que un extraño al que he oído llamar veterinario; me hiciera todo eso, dicen
que para estar más sana y no contagie a nadie nada raro. ¡En fin! ¡Cosas de
humanos!
Un día de éstos, cuando el miedo no me abrume y
tenga la oportunidad, huiré, escaparé. Mientras llegue el momento, disfrutaré
del almuerzo.
― ¡Mmm…! ¡Miau…!
El almuerzo.
Comer aquí, es una historia. Siempre lo mismo, o…
casi. Cuando olfateo las dichosas galletitas en forma de pececillos o sin forma
definida…, me dan náuseas. ¿Por qué creen que me gustan? ¿Por qué me las zampo?
Qué se creen. No tengo más remedio, aunque estén asquerosas. Si tuvieran que comérselas
ellos diariamente… ¡Otro gallo nos cantara! Estos humanos son rutinarios por
naturaleza. ¡Qué berrinche con ellos! También hay que decir que gracias a ello,
mis colmillos están súper limados y cortan de maravilla.
Mi ama Ana, cuando cocina pescado suele darme algún
pececillo fresco, que disfruto como un cachorrillo feliz. Ella es, la mamá de
Inma. Siempre al igual que yo, está metida aquí, en esta morada. Sale poco y
está a veces muy triste. Hace como que no le gustan los gatos, pero yo sé… que
sí. De vez en cuando me roza con una mano, como disimulando y me dice cosas
preciosas. Creo que conmigo se siente acompañada y le doy vida. A veces cuando
habla conmigo, yo suelo contestarle, aunque ella no me entienda. Siempre dice:
que solo me falta hablar. Lo que no sabe, es, que verdaderamente hablo, solo
que no me entiende; hablamos distinto idioma. Yo en cambio sí, con eso me basta
y me sobra para darle mi cariño y compañía.
Después de darme el banquetazo de boquerones frescos
que mi ama Ana me da, toca limpieza. Relamo mis bigotes y limpio a fondo mi
piel, ya que el sabroso pescado deja un impresionante fuerte olor que se pega
en mi pelaje.
Patitas por aquí… ― ¡Mia…u!― ¡Qué bien! ¡Ofú qué
guapa estoy quedando! ¡Qué arte tengo pa esto de la limpieza! ― ¡Miau…!― Ya
casi no queda rastro de ese olor a pescadería.
Cuando estoy a punto y bastante chula de nuevo,
llega el momento de la estiradita. Estiro por delante mis patitas…― ¡A…hí!
Perfecto―. Después las sutiles patitas de atrás…― ¡Miau…!―. Tengo los músculos
en forma y dispuestos a jugar.
“El aíre
suave de invierno entra por una entreabierta ventana y baila con la cortina. El
vaivén de su movimiento es un aliciente evocador para la alocada imaginación de
Perla: nuestra gatita protagonista.”
¡Oh, oh…! Ahí llega la enorme sombra que ataca de
nuevo, quiere comerme. Se cree lista la condená. Jamás podrá con mi
inteligencia. Soy más rápida y sagaz que ella. No podrá vencerme, aunque… no sé
por qué se pone tan chula. Confunde mi cordura ésta alocada sombra. Embiste
desde ahí arriba con mucha confianza de sí misma, tan orgullosa y fina. Creo
que lo que quiere es… pillarme desprevenida y caerme por el lomo a traición.
Pues… ¡ja! Ataco con destreza y… ¡Mia…u!
― ¡ZASS!― quedo colgada de ella.
― ¡OOOH, OOOH…! ¡Miau…!― grito, maúllo, saltando
después contra la pared estratégicamente y chocando sobre los humanos de papel,
fijos e inmóviles.
― ¡Sáquenme de aquí…! ¡Miau…!― caigo sobre la cama
y uno de esos locos colgaos cayó sobre mi dejándome atrapada.
― ¡SOCORROOO…! ¡Quiero salir… de aquí…!
Después de luchar con tal feroz enemigo, lo hago
trizas sobre la colcha blanca, otra batalla vencida…― ¡Huy…!― ¡Como quedaron
mis pelos! La incansable sombra sigue acechándome… ¡Qué pesada! Aunque no estoy
para el trote, ataco de nuevo y ella se enrosca cobarde y astuta ― ¡Qué te den―
Se acabó por hoy la historia. Voy a acicalarme de nuevo, que mira como quedé,
hecha un desastre.
Lo peor del juego es… cuando despierto y me
encuentro con la realidad. Allí, al fondo del pasillo está ella, con la
zapatilla en la mano― ¡¿Otra vez de nuevo liada con la cortina?! ¡Y los posters
de tu ama! Cuando llegue ella, tú verás. Me tienes cansada. ¡Ven acá que te
dé!― me dice.
―La llevas claras si crees que voy a hacerte caso.
¡Miau…!
Salgo galopando como carambola por el largo pasillo
arriba y abajo, rebotando por la pared. Aunque nunca llegue a pegarme, ni
rozarme un solo pelo, huyo para hacer más entretenida la escapada― ¡UFF!― Por
poquito…
Calmo mis nervios agitados y busco reposo en el
sillón que me gusta. Aquí puedo pasar horas muertas soñando. Un sueñecito no le
viene mal a nadie… ¡A…y! Ya empieza el abriero de boca.
CONTINUARÁ....
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