jueves, 20 de junio de 2013

CUENTOS A LA LUZ DE LA LUMBRE Y OTROS RELATOS...

INTRODUCCIÓN

Quién no añora esas tardes de invierno al calor de la chimenea en casa de los abuelos y en el campo. Aquellos días felices en que todo era limpio y sano. Los juegos eran sencillos y sin violencia. No había ordenadores ni móviles, ni siquiera teléfono. Ayudar a la abuela en la cocina era toda una aventura. Hacer pan y galletas era entonces el juego más divertido que se conocía. Las tardes de frío se transformaban al lado del calor de esa chimenea en algo placentero, un ritual que se repetía y era algo obligado antes de dormir.
El abuelo o la abuela según el caso, convertía ese momento en algo maravilloso y excepcional. La entonación de su voz envolvía el ambiente con su tono sencillo y cautivador llegando a rozar la sensibilidad de los oídos. Todos atentos a las viejas historias escuchando con entusiasmo y serenidad. Sabían dar un toque especial, tanta magia que podías llegar a creértelas.  La fantasía dejaba volar la imaginación llevándonos a un lugar recóndito en los confines de un maravilloso universo listo por explorar.

¡¡Qué rico olor a café recién hecho!! ¡Qué bizcochos! Y… ¡qué ricas las comidas caseras!
 ¡Qué historias contaban los abuelos! Y ahora, ¿saben los abuelos contar cuentos?




“Ambientado, en algún lugar del País Vasco (España), que al igual que Galicia, siempre han estado rodeados de un aura de leyendas y misticismo sobre ciertos personajes fantásticos.
Y en homenaje, a mi tierra natal”.



Bittor, como cada noche se sentaba al lado de la chimenea para relatar a sus nietos una historia nueva. Los niños están fascinados de estar con los abuelos que resultaron ser la mejor de las niñeras que pudiesen desear. Últimamente habían dado de lado al televisor, casi no se acordaban de él. El ordenador estaba por ahí en algún sitio de la casa pidiendo auxilio porque nadie le hacía caso. No se acordaban para nada de los móviles ni de jugar a las maquinitas.
Esa noche está lloviendo, reina la paz y la tranquilidad. La abuela remienda unas calcetas mientras escucha la voz del abuelo contar una de sus historias. Los niños están como hipnotizados con el sonido de su voz…


EL GRANJERO Y EL MAGO DE LOS DESEOS

―Escuchad, niños. La historia que os voy a relatar, trata de un granjero que sacrificó a alguien que amaba mucho, por tener riquezas y bienestar…

E
n una pequeña aldea rodeada de campos y huertas, vivía un hombre que estaba cansado de trabajar y quería tener más de  lo que podía.
Un día, oyó cierto rumor entre los aldeanos. Decían que existía un mago que hacia realidad los sueños y a cambio de muy poco. Vivía muy cerca, a tan solo tres días y tres noches de allí.
El granjero estaba fascinado con la leyenda urbana que corría de boca en boca. Supo de casos en los que ese mago les colmó de felicidad aunque no pudo corroborarlo, pensando en ello.
No tuvo que pensárselo mucho… Y un día decide partir para buscar ese castillo en busca del mago. Preparó lo necesario para el viaje cargando el mulo y partió después de despedirse de su esposa e hijas. Y sí, iba tan feliz el ingenuo granjero en busca de la fortuna.
Caminó tres días con sus noches atravesando senderos. Penetró en el bosque y cruzó un río, hasta que una mañana divisa a lo lejos la torre del pequeño castillo.
Al llegar, se encuentra con que el mago parece saber de su inesperada visita.
―Vamos, entra y sacia tu hambre y sed, ya que el camino fue largo. Siéntate siéntete como en tu casa.
El granjero se siente bastante cómodo con el recibimiento tan caluroso del mago, obedeciendo y aceptando la invitación difícil de rechazar ante la presencia de ricos manjares sobre la mesa.
Bebió y comió satisfecho y agradecido por el banquete ordenado y dispuesto excepcionalmente para él. Por un momento se siente especialmente cautivado por el ambiente, como si fuese el personaje de un cuento de hadas. Se respiraba un aroma de suntuosidad y en el aire flotaba un aire a misterio. Estaba cautivado y estremecido.
El mago esperó a que el granjero comiera y disfrutara tranquilo para después invitarle a recorrer el castillo, mostrando todas sus estancias.
El hombre sonríe ingenuo observando todo su alrededor fascinado con esa aventura sin sentir arrepentimiento por el viaje realizado.
Caminaron por un largo corredor donde unas bellas estatuas de bronce, enfiladas a cada lado y correlativamente, muestran el camino. Su rostro muestra cierta perplejidad y más cuando al llegar al final del trayecto ve que falta una. Puede darse cuenta de ello al contemplar el hueco. Se rasca la cabeza sin entender pero aun así no le pregunta al mago nada, solo pudo suponer que quizás se hubiese roto o estropeado.
Entraron sucesivamente en una enorme sala donde al parecer el mago concedía a la gente, los deseos, sentado en su majestuoso trono.

―Bueno, amigo mío― dice el mago en un suspiro repentino―. Tengo entendido que quieres más de lo que tienes.
Al parecer, sabía a que había ido hasta su casa. Había leído sus pensamientos. El granjero estaba atónito.
― ¿Tienes casa?― le pregunta.
― Bueno, sí, pero es bastante pequeña― contesta tímido.
― ¿Tienes animales?― interroga de nuevo.
―La verdad…, tengo algunas gallinas y algún puerco, una vaca, el mulo…― dice con titubeo.
― ¿Tienes dónde sembrar?― pregunta con expresión cavilosa y mientras se acaricia la barba blanca y larga.
―Sí claro, tengo algo sembrado para poder vender― contesta algo inquieto.
― ¿Tienes compradores para tus productos?― interroga haciendo el instante muy largo y pesado.
―Algunos sese…ñor, algo se vende, pero…popo…poco― contesta como si las palabras le temblaran en la lengua.
―También tienes una esposa e hijas muy trabajadoras― confirma como si las conociera, como si lo supiera todo de ellas.
―Sí. Y estoy orgulloso de ello― contesta rotundo y conciso.
El granjero a pesar del pesado interrogatorio no se desanimó. En su mente solo permanecía una cosa: conseguir su propósito, dar una mejor vida a su familia.
―Siento la necesidad de darles una vida más cómoda y fácil. Ganar bastante dinero para vivir mejor. Además, se de gente que lo han conseguido en poco tiempo y son muy felices. Incluso viven en la capital― expuso muy convencido de ello.
―Sabes que mi ayuda es gratuita, ¿verdad?
―Sí,  lo sé.
―Aunque debes saber… que gratis no hay nada en esta vida, ¿verdad?―  expresa el mago arqueando una ceja.
El hombre se queda en silencio por un instante confundido y sin saber qué decir.
―Yo ayudaré a que se cumplan tus sueños, conseguirás lo que ansias aunque…― de pronto detiene las palabras silenciando su ronca voz.
―Dígame, dígame señor― dice animoso.
―Si algún día necesitase algo de ti, si te pido cualquier cosa… ¿tú me la darás?
― ¡¡Claro!! ¡Claro que sí! Lo que usted me pida, no sabría con qué pagarle. Le estaría muy agradecido, eternamente agradecido― expresa emocionado.
―Está bien, el trato está cerrado. Cualquier cosa que necesite de ti, tú me complacerás en ello― especifica señalándolo con un dedo inquisidor. Después le muestra un pequeño cofre de madera―. Toma. Coge una de las piedras azules ―le ofrece sin más―. Tiene un gran poder. Con ella serás un hombre rico y de recursos. Si la proteges bien y guardas en un sitio privilegiado cumplirá tus sueños.
El granjero tentado por sus palabras toma la piedra de gran belleza visual y la aprieta entre sus manos tan feliz que se le escapa una maliciosa sonrisa entre la comisura de sus labios.
Al amanecer el afortunado granjero va de regreso a casa muy orgulloso y encantado con el fácil trato que hizo con el mago. Pensó que había ganado con el acuerdo, que era mucho por tan poco. ― “¡¡Pobre viejo!! Regalar tanta fortuna y sin más”―. Aunque pensando, se quedó algo perplejo al sentir la piedra entre sus dedos al apretar, muy confuso sobre qué clase de poder pudiese tener ese mineral azul, cómo una cosa tan insignificante podría lograr el milagro de hacerle rico.
Al llegar, relata a su familia todo lo ocurrido. Sus niñas aun son algo pequeñas para entender las cosas de su padre, solo sonríen felices al poder abrazarlo de nuevo.
La piedra fue colocada en una cajita de madera y puesta sobre la mesilla de noche muy cerca de donde él dormía para estar pendiente de ella.
Transcurren los días y con ellos llega la abundancia. Apresuradamente la tierra empieza a producir más de lo normal, era como si todo se multiplicara repentinamente. Estaban fascinados de poder recolectar sin casi darles tiempo a nada. Los brotes crecían y los frutos engordaban dando cantidades inesperadas. Las gallinas no dejaban de poner huevos y los compradores aparecían de la nada llevándose grandes cantidades de todo. Sabían que el secreto estaba en la piedra mágica y sonreían por ello, intercambiando miradas de complicidad, orgullosos de su poder.
Pronto se hicieron con una envidiable riqueza, casi sin pestañear. Pronto fueron dueños de varios locales en el pueblo con empleados y todo. Reconstruyeron la casa haciéndola más espaciosa y grande, tanto que comenzaron a llenarla de cosas caras.
Al cabo de un tiempo, una noche en la que dormían plácidamente, ocurre algo que les sorprende al matrimonio. La piedra sin saberse cómo ni  por qué, comienza a resplandecer de tal manera que ilumina toda la habitación traspasando la maciza madera donde estaba guardada. Una voz susurrante y estremecedora le dice al oído…― ¡NECESITO TU AYUDAAA…!―
El asustado granjero recuerda entonces la promesa que le hizo al cerrar el trato. Mira a su mujer y ambos comparten la misma preocupación.
Por la mañana parte hacia la casa del viejo y olvidado mago, subido en su lujoso carruaje con cochero incluido, hacia su destino.
Al entrar en el castillo, éste le esperaba en el gran comedor, tomando una copa de vino ofreciendo al viajero que le agradece, pero contestándole que no quiere beber.
―Aquí estoy, ¿para qué soy bueno, mi señor?― dice sin temblarle la voz.
― ¡Amigo mío! ―exclama alzando la copa suspirando―. Necesito de ti.
―Dígame pues, ¿qué necesita? Ya que todo lo que tengo se lo debo.
―Verás, hace tiempo que estoy solo y aburrido en éste castillo silencioso. La verdad sea dicha, necesito compañía, mi vista se ha vuelto perezosa y no puedo leer como antes. Y, a veces necesito comer una sopita caliente y recién hecha― expone sagaz.
―Y yo, ¿cómo puedo ayudar en esos menesteres?―  pregunta sin entender encogiéndose de hombros.
―Nada tan fácil, como dejar que tu hija pequeña venga a hacerme compañía.
La expresión de su rostro languideció de pronto dejándolo pensativo. Empezó a cavilar un rato…

“Bueno, tan poco creo que sea tan malo que venga de vez en cuando a echar una mano al pobre anciano. Él nos ha dado mucho más y a cambio solo quiere un poco de compañía. Que le hagan alguna sopa, cosa que mi hija sabe hacer muy bien, le sale riquísima, diría yo que mejor que a su madre. Y lo de leerle un libro, el pobre no ve. ¿Qué malo puede tener eso?”
 Meditó en silencio, después dijo:
―Si se mira de esa manera, podría venir unos días.
El mago sonríe perspicaz a la inocencia del granjero. Había aceptado fácilmente movido por su ambición desmesurada. Le prometió que lo visitaría en breve.
Dicho y hecho, una mañana parte la joven damita sin entender el por qué, hacia la casa del viejo mago. El carruaje se detiene ante el portón y ella se baja con su valija de la ropa mientras siente una especie de ardor en su alma, un temor que la lleva al entendimiento de mal presagio. No llegaba a comprender el comportamiento de su padre y el por qué la había enviado a un lugar tan lejano.
―Hola, señor mago― dice haciendo una reverencia tímida.
El viejo sonríe astuto y la observa de arriba abajo pidiéndole cortésmente que preparase té para los dos.
La jovencita lleva las infusiones al comedor dejándolas sobre la mesa. Ella se distrae observando su alrededor toda fascinada por ese ambiente que nunca antes había contemplado. El viejo astuto aprovecha esa distracción de la niña para disimuladamente verter sobre la taza de ésta unas gotitas de un líquido azul, después la invita a sentarse y a charlar con él.
La sed del viaje le hizo apresurarse a ingerir la infusión mientras el mago la observa sonriente y detenidamente como esperando que ocurriese algo. En cuestión de segundos, la joven siente ardor en la garganta y se levanta de la silla caminando desesperada buscando la puerta, ya que se había dado cuenta del engaño y que había sido envenenada. De pie frente al maligno mago clava su triste mirada en la mirada de su raptor, sucesivamente se transforma en una bella estatua de bronce.
Por causas del destino, se convirtió en una más de la colección del largo corredor y al fin ocupó el hueco que faltaba.
Pasan los días con sus noches y no saben nada de la pequeña. Viven preocupados y no pueden dormir, ya eran muchos días sin ella. Tan solo se había comprometido a que pasara unos pocos de días y habían pasado varias semanas.
A la piedra le había ocurrido algo muy extraño fuera de lo normal. Ya no estaba resplandeciente y su color se había apagado transformándose en oscuro y ennegrecido azul. Sintieron miedo y un escalofrío les recorrió la sangre pensando cosas malas y negativas.
El granjero y su esposa decidieron no esperar más y pensaron en ir a por la pequeña al castillo del mago. Partió el padre desesperado llevando la piedra consigo para pedir una explicación. Se llevó todo el viaje pensando en su hija y en las palabras que pudiera decirle.
Llega cansado por el traqueteo del carruaje y aun así sus pasos son acelerados y ansiosos por llegar ante la presencia del mago, con afán de recuperar a su hija.
Al penetrar en la estancia principal pudo sentir un confuso escalofrío que le heló repentinamente la sangre y todas sus extremidades. Busca con la mirada al viejo pero no lo encuentra. Llama a su pequeña a voz limpia y no responde nadie. Entonces recordó la extraña sala de los deseos y se dirigió hasta ella. Al encontrarse con el largo corredor de las estatuas sintió una temible confusión al darse cuenta en la lejanía que el hueco ya estaba ocupado por otra nueva dama de bronce. Sus pasos se hacen lentos y su corazón comienza a latir con temor mientras sus ojos permanecen clavados en esa silueta del fondo. Cuando la tiene a la altura de su mirada, pronto sus ojos derraman dos chorros de lágrimas al contemplar a su hija convertida en una muñeca de bronce.
― ¡¡NO!! ¡¡Por qué!!― grita y llora desconsolado.
En la estancia de los deseos el mago lo esperaba con la mirada fría y sin piedad. Entonces le recrimina haberlo ayudado, recordándole su trato y como él había aceptado.
―Pero mi hija, ¡por qué!
El pobre hombre al dejar de llorar se queda como ido, pensativo, sintiéndose culpable de sus acciones y ambición, recordando dónde empezó todo.
― ¿Renunciarías a todo?― interroga el mago.
¿TODO? Significaba perder las cosas logradas con la magia. Volverían a empezar desde cero, con lo que ya tenían.
― ¿Renunciarías a todo eso?― repite de nuevo, con eco.
Las palabras salen temblorosas de sus labios mientras deja caer de sus manos la ansiada piedra azul, que choca contra el suelo, rodando hasta los pies del mago y las lágrimas caen de nuevo por su rostro apagado. Le explica, que para él, lo más importante son sus hijas y esposa. Ellas, tienen más valor que todo el oro del mundo. También le dijo: que si tenía que renunciar a las riquezas, lo haría, a cambio de que su hija estuviera con él, sana y salva.
―Si es eso lo que deseas, así será. Mañana al amanecer, tu hija regresará a casa y a cambio nada de lo conseguido hasta hoy con mi magia, existirá.
El hombre sale con la cabeza gacha, todo avergonzado y se aleja de ese confuso lugar. Convencido y confiado de nuevo, le relata a su esposa y a su otra hija la verdad de la situación.
A la salida del sol en un nuevo día, llega corriendo a lo lejos por el camino la pequeña, llamando a sus padres y a su hermana, toda nerviosa y con gran felicidad de poder volver a casa.
Todos se abrazan. Y desde ese mismo instante la vida volvió a ser como antes, cada cosa se puso en su lugar. Trabajarán duro y jamás desearán cosas que no pueden obtener y alcanzar, dejando de ser ambiciosos y conformándose con lo que la vida les ha otorgado sin tener que usar la magia para ello.

Continuara....


Espero disfrutéis de la lectura...

Y al igual que otras de mis obras, la publicaré en papel bajo demanda o con Createspace. Estuvo publicada en papel bajo el sello editorial United. p.c, ya esta des-catalogada.