Carolina camina por entre las malezas del bosque. Deja atrás en la lejanía a toda su familia: su marido y sus hijos que están jugando al balón en el llano, junto a unos amigos. Habían decidido pasar un día de campo entre amigos y familiares. Respirar aire puro y descansar del ajetreo de la semana. Había mucha gente ese día en el bosque. Todos estaban pasando un agradable momento familiar sin acordarse de los problemas y el trabajo.
Carolina estaba últimamente algo deprimida y necesitaba desconectar un poco. Cuando nadie se da cuenta se despista y se adentra por un sendero. Sabe que no debe hacerlo, que está prohibido andar por esa zona, que no debe salirse de la parte recreativa y pública.
Ella en ese instante solo quiere desaparecer y saltarse las normas. Cree que no pasará nada porque ande un poquito por el bosque, no va a suceder nada malo. Todos están distraídos jugando y pasándoselo bien, nadie la echaba en falta por el momento.
Mientras camina puede oír el eco de sus voces y de las demás personas, que cada vez las siente más lejanas. Una brisa fresca repentina la envuelve y le hace sentir sola. Oye el cantar de los pájaros en el entorno. Entonces se abraza sobre si misma sintiendo una especie de escalofríos que la inquieta. Percata que quizás se alejó demasiado, entonces siente algo de quietud y malestar. Observa el entorno repentinamente callado y sombrío. Los árboles son tan altos y están tan juntos tan llenos de vitalidad… Hay malezas y arbustos poblando los pies de estos, que se siente perdida y confusa. Entonces piensa que quizás no fue buena idea haberse adentrado tanto en ese lugar. Aunque por otro lado, piensa que todo es tan bello y tranquilo que trasmite mucha paz. Una paz que ella estaba necesitando.
Al caminar unos pasos más, se encuentra con un precioso lago, un lugar impresionantemente bello. El agua era de un color transparente y claro. Camina hasta la orilla y respira profundo sintiendo una relajada, tranquila sensación placentera. Se sienta en un viejo tronco y se pone a observar el paisaje, a disfrutarlo, a sentirlo en su interior. Toma aire varias veces oxigenándose por dentro. Siente tan puro su aroma que hasta le duele al respirar. Por un momento piensa que quizás no fue tan mala idea llegar hasta allí. Todo es tan vibrante, tan relajante, que siente la necesidad de permanecer eternamente sentada en ese lugar.
El tiempo se pasa en un instante sin previo aviso. Sabe que tiene que regresar en cualquier momento, pero no tiene ganas de hacerlo. Mira a su alrededor y disfruta con lo que ve y siente. Los pájaros parecen estar dando un concierto para ella sola y eso le encanta. De niña siempre soñaba con vivir en el bosque y ser como las hadas, reinar en un mundo maravilloso y proteger la naturaleza.
Mientras su imaginación divaga por esos confines, algo comienza a suceder en el agua del lago.
Sus ojos están perplejos y abiertos como platos al observar un acontecimiento extraño que surge de repente sobre la transparencia del agua, burbujea en el centro frente a su vista. Una especie de neblina aparece casual y una reluciente luz parece emerger de sus entrañas.
De entre medio de todo ese trajín sobrenatural, comienza a aparecer la silueta de una mujer, una señora muy bella que flota sobre el agua. Los cabellos dorados y sus ropas transparentes bailan al son de una brisa envolvente que la deja exhausta. Toda ella era luz, una luz especial y maravillosa.
Aquella extraña visión no parece darle miedo, no siente nada malo y en cambio la llena de una paz extrema. La sonrisa de la mujer le contagia confianza y serenidad. Ofrece su mano invitándola a entrar en el agua. Siente que le habla palabras que no se oyen, ve como sus labios se mueven y pronuncian… ¡Ven, ven hacia mí, no tengas miedo!
Carolina se levanta del tronco y comienza a caminar despacio, casi puede tocar con las puntas de los zapatos el inicio del agua. Anda hipnotizada hacia esa divinidad que le aclama. Poco a poco penetra en el agua clara del lago. Algo confusa le hace mirar a sus pies y siente que el líquido transparente no la toca y ella camina sobre él. Sus pasos se aproximan hacia la desconocida mientras anda sobre esa fantasía, pudiendo observar como los pececillos nadan bajo sus zapatos.
Esta cerca, muy cerca de la dama hermosa que mantiene su cuerpo flotando sobre el cristalino lago. Pronto, roza su mano y siente la luz que envuelve a la extraña mujer recorriendo su cuerpo también, llegando a ser parte de un todo. La neblina las envuelve trasladándola a una nada confusa que no entiende, pero aun así no tiene miedo.
En el exterior de toda esa magnitud extraña, se oyen los gritos que la llaman desesperados, mientras se puede oír en el lago un gorgoteo de burbujas que engullen algo.
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